miércoles, 20 de octubre de 2010

JUAN ANTONIO CEBRIÁN

Hoy hace 3 años que me quedé esperándole, la noche en la que nunca volvió. Quise despertar porque aquello tenía que ser una pesadilla. De aquella noche se cumplen hoy 3 años.
Durante todo este tiempo, no he hecho más que atesorar cuanto nos legó a los que le queríamos, que aunque éramos muchos, nos sentíamos parte de un pequeño club selecto y secreto.
Pero me niego a que su recuerdo evoque triste pérdida, porque es todo lo contrario: hizo del mundo un lugar mejor y más agradable. Descubrí que la Historia era mucho más que muñequitos en un pesado libro que hablaba siempre sobre otras personas. ¿Qué podían tener que ver conmigo Genghis Khan, Julio Cesar o Marie Shelley? Descubrí que la Historia sí hablaba de mi. Me presentó a los personajes más interesantes desde una perspectiva inusual. Juan Antonio hizo que todo tuviera sentido, porque no nos daba datos, sino ideas. Y porque contextualizó cada personaje como hijo de las circunstancias de una época. Supo ponerse en la piel de todo el mundo, sin juzgar a nadie, entendiendo a los que estaban en desacuerdo con él.
No se me ocurre mayor virtud intelectual que esta. Si hubiera más como él en el mundo... esto me hace recordar lo que dijo el sultán Malek al Kamil a San Francisco de Asís cuando fue enviado como embajador de los cruzados: "Si todos los cristianos fueran como tú, entonces valdría la pena ser cristiano". Este hombre fue capaz de ver y entender el corazón del que tenía enfrente, cosa que normalmente se te niega por sistema, porque si no piensas como alguien, eso te convierte en malo. Nadie ve que se podría decir lo mismo de ellos. Tampoco que cuando algo es verdad, lo es, aunque lo diga tu "enemigo".  (No quiero citar aquí a Platón y Agamenón por las connotaciones políticas que en estos días llevaría).
Juan Antonio hablaba de cualquiera sin prejuicios, y supo hacer que yo me sintiera Galileo, Sócrates, Leónidas, e incluso un psicokiller.
Me queda de Cebrián un tesoro tan inmenso que no se agotaría en 100 años que viviera. Gracias queridísimo amigo y compañero, Tutmosis IV... (los rosaventeros lo entenderán) Fuerza y Honor.

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